Aquí os dejamos un precioso homenaje a Gloria Fuertes escrito por Pedro Miguel Ortega Martínez, abuelo de dos preciosas niñas, alumnas de nuestro cole:
LA
BIBLIOTECA EMPIEZA EN LA GUARDERÍA INFANTIL
Homenaje a
Gloria Fuertes, poeta, en el centenario de su nacimiento.
Ahora
que mis nietas son alumnas del Colegio Público “José Calvo Sotelo”, en el barrio madrileño que lleva el hermoso
nombre de Pacífico, voy a relatar a los lectores de este Blog cómo inauguramos
la primera biblioteca en una guardería laboral de Vallecas; hoy sigue activa en
el Alto del Arenal, y ahora tiene Metro.
Gracias
a un familiar por vía conyugal, hace casi cuarenta años, tuve oportunidad de
entrar en contacto con una serie de intelectuales; entre éstos conocí
personalmente a Gloria Fuertes cuando vivía en la moderna Avenida de Alberto
Alcocer, al norte de Madrid. Frecuenté en varias ocasiones su domicilio,
disfrutando de buenas tertulias junto a un religioso claretiano y poeta,
compañeros que fueron ellos durante la bohemia madrileña de los años cincuenta.
A
comienzos de los años ochenta, la asociación de padres de alumnos de un
colegio, o de una sencilla guardería laboral, se conocía por el APA. Y en ella
participamos varias familias que teníamos inclinación por las artes, las letras
o cualquier otra manifestación cultural. Siendo presidente de dicho grupo, les
propuse hacer un concurso entre nuestros hijos, con la participación de sus
respectivos familiares: consistía en imprimir en blanco y negro un personaje de
la poesía infantil de Gloria Fuertes, distribuir a la salida de las clases con
el encargo de devolverlo coloreado y cumplido un breve cuestionario. Todos los
participantes tendrían premio seguro.
El
personaje de Gloria Fuertes que propuse fue: “Coleta la poeta”, según el libro
publicado por la editorial Miñón, de Valladolid, en 1982, e ilustrado por un
artista madrileño: Ulises Wensell (1945-2011) La respuesta al tema propuesto
por el APA de entonces, ahora AMPA, fue
masiva; padres y madres de tan pequeños alumnos recorrieron bibliotecas y
librerías del barrio, indagando esta cuestión. Lógicamente los libros a la
venta se agotaron y quien no pudo hacerse con él dejaron que los chiquillos
pintaran con cualquier color tan simpático personaje literario. Las respuestas
tampoco se completaron del todo, pero la participación fue total. Y dada la
modesta economía de un APA como aquella, y en esos tiempos, se procuró un
merecido premio a todos los críos con lápices y plastilinas de colores.
Después
reuní todos los impresos y se los llevé a Gloria Fuertes, quien a su vez los
remitió por mensajería –sin que yo lo supiera- a su editorial en Valladolid. Un
tiempo después, la Editorial Miñón nos hizo llegar una caja enorme de cuentos y
libros impresos a orillas del Pisuerga. Este detalle fue suficiente para que la
dirección de la guardería nos cediera un armario existente en uno de los
pasillos de mucho paso, y entre sus anaqueles colocamos aquellos libros.
Entonces la siguiente pregunta era ¿cómo realizar el préstamo a tan menudos
lectores, sin estar en edad de leer todavía?
Resolví
con un método muy sencillo, colgar por dentro de una de las puertas un cuaderno
y un bolígrafo; los familiares que retiraran cualquier libro debían apuntar su
título, fecha y filiación de quien hacía la retirada. Si aquel libro no volvía
y se quedaba en casa de las familias, el proyecto se había cumplido en gran
parte. Posteriormente sería la gestión del APA, con sus modestos fondos quien
repondría los ejemplares, además de solicitar y recibir del entonces Ministerio
de Educación y Cultura una gran cantidad de ejemplares para todas las edades
que fuimos incorporando a tan original biblioteca.
Terminaba
por tanto aquél curso en la Guardería Nazaret, entre 1981 y 1982, con un acto
donde asistió la propia Gloria Fuertes. Fuimos a buscarla a su casa y en coche
la llevamos hasta esa parte alta de Vallecas; para Gloria era una zona desconocida pues ella recordaba nuestro
barrio obrero más por el Puente de Vallecas, con sus casas bajas de ladrillo y
calles muy estrechas.
Puedo
confirmar que la asistencia de familias y niños fue numerosa, pues llenamos el
comedor infantil. Todos esperaban que Gloria interpretara su papel como hacía
en el programa de TVE “Un globo, dos globos, tres globos”, o nos relatara
alguno de sus cuentos infantiles –que alguno comentó- pero no fue así. Para
sorpresa de toda la asistencia allí tuvimos a la poeta Gloria Fuertes, como
ella se consideraba: poeta de guardia. Auténtica Gloria que tenía entre sus
manos uno de sus mejores libros: “Obras incompletas” una edición preparada por
la propia autora que había publicado Cátedra, cuya venta en papel alcanzó la
10ª edición en 2006.
Resultó
la lectura de una recopilación de sus mejores versos -según los críticos
especializados- en los cuales habló del amor, la vida humana, el cotidiano
sentir y palpitar que dictaban a nuestra autora las claves de su mundo poético.
En él respiraban sus gozos, sus penas y sus esperanzas; ella supo ponerlos en
verso y comprensible para sus lectores. Hizo una poesía personal y popular a la
vez, con unos rasgos que difícilmente caben etiquetar y clasificar, tal como
citó la editorial Espasa Calpe en su momento. En definitiva, aquella
tarde-noche de un sábado pre veraniego, muchos vallecanos conocimos que aquella
poeta nacida en Lavapiés tenía un corazón poético por el cual estaba vinculada
al postismo y el surrealismo de posguerra, pues supo combinar la pertinente
crítica social de unos años muy difíciles en España, con un humor tierno e
irónico a la vez, abundando entre éstos un lenguaje directo y coloquial que
trasciende hasta nuestros días.
Cuando
volvemos a reencontrarnos algunos de quienes formamos aquel APA, seguimos
recordando dicho acto cultural. Ahora ya han pasado nada menos que treinta y
cinco años; nuestra descendencia se ha convertido en hombres y mujeres
responsables que nos han llenado con el gozo de los nietos; mientras nos sigue
latiendo por dentro la sonrisa que nos regaló Gloria Fuertes, la mantenemos
viva mediante este sencillo homenaje en su memoria, siempre y más ahora cuando
está a punto de cumplirse el centenario de su nacimiento. ¡Viento!, ¡oye!,
¡espera!...